
El pensamiento social de Ángel Herrerra se fraguó muy pronto; y desde muy joven se mantuvo fiel a una postura constante en su trayectoria, sin apenas cambios pese a las variadas situaciones sociopolíticas que le tocó vivir y a las realidades enfrentadas que debió experimentar. Ordenado sacerdote tras la guerra civil, y más tarde nombrado obispo de Málaga en 1947, mantuvo como básicos y pragmáticos principios, defendidos siempre con una increíble seguridad, los cuatro siguientes: fidelidad perenne a la Doctrina social de la Iglesia; consideración del bien común como el más esencial para la construcción y desarrollo de la sociedad; la preocupación por formar 'minorías selectas' de donde pudiera salir el 'gobierno de los mejores'; y fidelidad y apoyo al poder constituido. En esta obra e analiza, sobre todo, la aplicabilidad o la concreción de estos principios en una acción social estricta: la del Instituto Social León XIII, desde el que posteriormente fue gestando y dando a luz la Escuela de Ciudadanía Cristiana, la Escuela de Periodismo de la Iglesia, los esbozos de un Instituto Social Obrero, y hasta su última dedicación a la Editorial Católica....
El arte no es una esfera autónoma de la vida social; no es independiente de cómo los seres humanos viven, se organizan y piensan otros aspectos de su existencia. Pero el arte tampoco es reducible al resto de cuestiones sociales; tiene una especificidad. ¿Cómo se produce esta autonomía relativa? ¿De qué manera el arte depende de procesos que a priori parecen extraartísticos pero que contribuyen a definirlo? En la presente publicación, estas inquietudes toman respuesta concreta en torno a una etapa histórica particular: ese momento de la segunda mitad del siglo XX en el que el muralismo mexicano, que tanto peso había tenido a nivel nacional e internacional, queda relegado al reconocimiento histórico, pasado, sin apenas ya posibilidad de erigirse como una práctica artística vigente. Debido a cuestiones económicas, políticas e ideológicas generales, el campo artístico mexicano llevaba tiempo reorganizando su estructura, lo que dio lugar a la aparición de ese grupo de artistas llamado "generación de la ruptura". Al analizar esta rearticulación del campo, se puede ver a la lucha de clases –con el sigilo que a veces la caracteriza– haciendo presencia en el remoto ...
El mejor cronista de fútbol que he conocido es Patxo Unzueta, afirma Santiago Segurola, otro de los grandes periodistas deportivos, que no duda en calificar A mí el pelotón de "antológico". El libro se centra en los mejores años del Athletic de Bilbao...
Edición revisada y ampliada de un libro magistral formado por cuentos verídicos. El gran periodismo como obra literaria. El periodismo es un cuento recoge gran parte de los reportajes escritos a lo largo de los años por Manuel Rivas. Son historias que nacieron en la prensa, pero que tienen vocación de relatos para ser contados al calor de la lumbre como leyendas labradas por el tiempo. Sus héroes son una niña autista, un grupo de mujeres hindúes, una mujer exiliada en México, las víctimas del conflicto armado colombiano, una tripulación de pescadores en el Gran Sol... Periodismo y literatura se dan la mano en este libro con la ironía y la sensibilidad que caracteriza toda la obra de Rivas, quien afirma en el prólogo a esta edición: «El periodismo, tal como lo entiendo, es un modo de activismo. Es un periodismo que lucha contra la indiferencia y la banalidad. Un activismo consistente en custodiar el sentido de las palabras. En intentar decir "lo que no se puede decir". En mirar "lo que no se puede ver". Mover el silencio. Ante las injusticias provocadas, que pretenden presentarse como un shock inevitable, indagar sobre la causalidad de los hechos. Es el lenguaje, como ...