
En 1790, nueve años después de la publicación de la “Crítica de la razón pura”, Immanuel Kant, poco dado a las polémicas y las controversias (ni aun siquiera las intelectuales), tomará la pluma para responder a uno de sus críticos más feroces. Johann August Eberhard, filósofo leibniziano y cordial enemigo de la revolución filosófica propuesta por Kant, había iniciado un duro ataque a la filosofía kantiana en las páginas de “Philosophisches Magazin” de Halle. Algunos de los núcleos centrales de la Crítica (la noción de juicios sintéticos a priori y con ella la posibilidad misma de la metafísica como ciencia) habían sido puestos en cuestión. El mundo filosófico alemán esperaba ávidamente una respuesta del gran filósofo de Königsberg. La “Respuesta a Eberhard” con el título “Sobre un descubrimiento según el cual a toda nueva crítica de la razón pura la torna superflua una anterior” es el testimonio de ese debate intelectual. En esas páginas Kant aclara ciertas ambigüedades y disipa algunas de las interpretaciones erróneas que se habían hecho de su primera “Crítica”. Apéndice ineludible de una lectura rigurosa de la “Crítica...
¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me cabe esperar? Las tres grandes preguntas kantianas son el punto de partida de las meditaciones que el filósofo alemán recogería en sus principales obras. El acercamiento a la filosofía que Immanuel Kant propone a través de estos tres frentes, conocimiento, moral y metafísica, formula una nueva concepción del hombre y ayuda a definir la visión que el ser humano tendrá de sí mismo desde el siglo XVIII hasta nuestros días. "Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí."
“En efecto, nadie puede ni debe determinar cuál es el supremo grado en el cual tiene que detenerse la humanidad ni, por tanto, cuál es la distancia que necesariamente separa la idea y su realización. Nadie puede ni debe hacerlo, porque se trata precisamente de la libertad, la cual es capaz de franquear toda frontera predeterminada.” (Immanuel Kant)
La Crítica de la razón práctica es la segunda de las tres obras llamadas «críticas» de Immanuel Kant, y fue publicada por primera vez en 1788. Trata sobre su filosofía de la moral, y continúa en la línea de la Crítica de la razón pura. Este ensayo no es sólo una extraordinaria realización filosófica; es también una de las cumbres de la humanidad, uno de los instantes en que el ser humano se ha elevado a mayor altura, mediante el claro reconocimiento y la vigorosa afirmación de la soberanía del espíritu. Tal es, en síntesis, esta gran obra kantiana, cuya influencia sobre todo el pensamiento filosófico posterior ha sido inmensa, y que planteó los problemas de la ética en un plano completamente nuevo, suscitando agudas discusiones entre formalistas y personalistas, entre idealistas y fenomenólogos.
Esta obra es un viaje por el camino recorrido por la filosofía trascendente, que pone de relieve la pervivencia de conceptos como "sujeto", "crítica" o "reflexión". El núcleo fundamental del libro está en el estudio de la situación terminal a la que conduce el planteamiento fenomenológico husserliano y en el hallazgo de nuevos ámbitos de trascendentalidad. Puede advertirse cómo la vieja filosofía de sujeto-conciencia llega a transformarse y girar, para dar cabida a nuevos temas: la corporeidad, la intersubjetividad, el lenguaje, que tradicionalmente habían sido silenciados o infravalorados.
Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, este tratado explora asuntos diversos como la moral, la psicología, la descripción de los caracteres individuales y nacionales. Temas que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal. Es una obra sencilla, llena de ingenio y alegría. Kant, ataca por primera vez el problema estético, y aunque sus ideas fundamentales acerca del arte y la belleza se hallan sistemáticamente expuestas en su obra posterior, la "Crítica del Juicio", tienen aquí cierto interés para el conocimiento de los orígenes de la estética Kantiana. Esta obra está plagada de delicadas ocurrencias, de certeras observaciones y de agudas críticas.
Es, quiza, la coleccion mas abierta que existe en cuestiones de etica, aunque se ha ocupado tambien de antropologia, estetica, ontologia, teoria del conocimiento e historia de la filosofia. El primer titulo que se publico en la coleccion fue la gran Historia de la filosofia y de la ciencia en tres volumenes de Ludovico Geymonat. A este le han seguido obras de A. J. Ayer, A. MacIntyre, Ernst Tugendhat, Antoni Domenech, Anna Estany, Agnes Heller, F. Fernandez Buey, Carlos Paris, Emilio Lledo, Manuel Sacristan, John Rawls o Ludwig Wittgenstein. Victoria Camps ha dirigido, ademas, una gran Historia de la etica, en tres volumenes, en la que han colaborado los mejores especialistas espanoles. La Critica de la razon pura ha sido interpretada con frecuencia como una fundamentacion del conocimiento empirico. Cinendose a los textos kantianos, Fernando Montero propone otra lectura que situa en el centro de la « critica la idea trascendental de « mente (Gemut).
La Crítica de la razón práctica es la segunda de las tres obras llamadas «críticas» de Immanuel Kant, publicada por primera vez en 1788. Trata sobre su filosofía de la moral, y continúa en la línea de la Crítica de la razón pura. La gran mayoría de los argumentos de este libro están expresados más extensamente en sus Principios fundamentales del conocimiento metafísico. La segunda Crítica ejerció una enorme influencia en el desarrollo posterior en el ámbito de la filosofía ética y moral, empezando con la Doctrina de la ciencia de Johann Gottlieb Fichte. Durante el siglo XX se convirtió en el principal punto de referencia para toda filosofía moral.
Esta nueva edición de Fenomenología del espíritu, bajo el cuidado de Gustavo Leyva, contiene una serie de elementos, (como una bibliografía actualizada, un glosario alemán-español, tablas de concordancias y un postfacio) que, sumados a una cuidadosa revisión de la traducción de Wenceslao Roces y Ricardo Guerra, conforman una versión revisada, corregida y actualizada de un clásico de la filosofía moderna, con la cual se conmemoran los 50 años de la primera edición al español, publicada por el FCE.
Este manual pretende retomarla temática propia de los tratados de teología natural, filosófica, y de la teodicea a partir del marco que se va diseñando en el pensamiento occidental desde los comienzos del s. XX. Cocebido para ayudar a alumnos de centros de Estudios Eclesiásticos y Ciencias Religiosas especialmente.
Roberto R. Aramayo presenta una nueva traducción española de Hacia la paz perpetua, un texto donde Kant explicita su compromiso político con los ideales aportados por el republicanismo de la Revolución francesa, cuya célebre triada hace suya convirtiendo a la libertad, igualdad e independencia o autonomía jurídicas en sinónimos de unos derechos inalienables e inherentes a todo el género humano. Nada más firmarse la Paz de Basilea en 1795, Kant decide parodiar el alambicado formato de los tratados al uso, añadiendo en la segunda edición un protocolo "secreto" donde se reivindica que se deje hablar a los filósofos, toda vez que la publicidad se presenta como piedra de toque para compulsar las normas injustas. Además de reivindicarse una nobleza integrada por funcionarios, a la que se accede por méritos y no por abolengo, asistimos aquí a un duelo simbólico entre las deidades romanas representadas por Término y Júpiter, para ilustrar la significativa distinción kantiana entre moralista político y político moral.
Se trata de una indagaci�n trascendental (acerca de las condiciones epist�micas del conocer humano) cuyo objetivo central es lograr una respuesta definitiva sobre si la metaf�sica puede ser considerada una ciencia, as� como fundamentar la validez tanto de la experiencia ordinaria como de las ciencias matem�ticas y f�sicas. Tanto la fundamentaci�n de la metaf�sica como la del resto de los conocimientos exige, para que sea decidida su posibilidad, que se determine en cada caso si son posibles juicios que sean a priori (es decir, independientes de la experiencia, lo que implica para Kant que sean necesarios y universales, absolutamente ciertos) y a la vez sint�ticos (que no sean, como los anal�ticos, meras tautolog�as, sino que a�adan informaci�n no contenida ya de antemano en el concepto que se considera). En este sentido, es fundamental el intento de Kant de superar la cr�tica al principio de causalidad (y por lo tanto al saber cient�fico) que hab�a hecho David Hume, cr�tica que no ten�a una respuesta satisfactoria hasta su �poca y que implicaba que tanto aquel principio como el saber cient�fico sobre el mundo eran meramente a posteriori,...
Kant no se limit� a formular una teor�a del conocimiento cient�fico, medit� asimismo con hondura y sagacidad en los temas de la conducta moral. De la religi�n y del arte, no menos que en las exigencias pol�ticas y pedag�gicas, que iba reclamando ya la vida contempor�nea. Este autor llam� "cr�tica" a su doctrina. Su empe�o fue ense�ar a filosofar, no transmitir los principios de una filosof�a hecha.
Barcelona (1917-1923), una historia narrativa de sindicalistas y pistoleros Los que piensen que no puede haber épica proletaria, que la épica es propiedad de los griegos de las Termópilas, de los jinetes azules de Custer o de los estudiantes del 68, están equivocados: a principios del siglo pasado, entre proletarios de humeantes fábricas oscuras, bares de mala muerte, calles sin farolas, barrios hacinados y sueldos casi inexistentes, se gestó un levantamiento obrero cuya protagonista fue una Cataluña enloquecida, que parecía habitar en un universo distinto. En este ambicioso proyecto, Paco Ignacio Taibo II recorre los vericuetos del movimiento anarcosindicalista más importante de España, que demostró que tanto el Estado como el "reino" de los burgueses son aparatos que tiemblan ante las multitudes que se rebelan. Que sean fuego las estrellas es una historia de proletarios y burgueses, y de la reivindicación de aquellos principios que hoy, equivocadamente, parecen de mal gusto: el deseo de justicia y libertad.
Este bello texto del gran filósofo y pensador Immanuel Kant es quizás uno de esos imprescindibles para aquel que afirme ser arquitecto o artista, aquel que en algún momento le eche un pulso a la belleza. Con el título de «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» publicó Kant en Komgsbey (1764) este ensayo de vario y atrayente contenido. Numerosas ediciones sueltas se han hecho de este encantador tratadito, sin contar las varias ediciones de las obras completas del autor. Más que de estética, en el sentido estricto de la palabra, tratan las «Observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime» de asuntos varios, moral, psicología, descripción de los caracteres individuales y nacionales; en suma, de toda suerte de temas interesantes que pueden ocurrirse alrededor del asunto principal. Está escrito en estilo fácil y cómodo -extraña excepción en la obra de Kant-, lleno de ingenio, alegría, penetración, con una sencillez encantadora. Se comprende fácilmente que un crítico haya podido comparar a Kant -refiriéndose a esta obra- con «La Bruyère», el autor de los «Caracteres». En este ensayo es donde Kant ataca por primera vez el...
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